Reinventando la Política

Ya el nivel de violencia en el país está yéndose a otras esferas donde nada se respeta, ni siquiera la sotana de un sacerdote.
Hace dos días, en Cerocahui, Chihuahua asesinaron a dos sacerdotes, los jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, junto con otra persona, fueron asesinados dentro de la iglesia y los cuerpos sustraídos.
El padre Javier entró a la Compañía de Jesús en 1972, un año después empezaría su misión en la Sierra Tarahumara, en la comunidad de Norogachi. Hablaba la lengua rarámuri, conocía las casas y sus caminos.
El padre Joaquín, llevaba 23 años en la sierra tarahumara, dicen sus hermanos jesuitas que falleció cumpliendo su deber de ayudar, ingresó a la compañía de Jesús en 1958, fue ordenado sacerdote en 1971, teniendo 30 años, dicen que al Padre nunca le conocieron más de un puñado de camisas y que los pantalones siempre los traía desgastados y si alguien le daba ropa la distribuía entre las personas de la colonia.
El homicidio de los sacerdotes fue precedido por el plagio de cinco personas, junto con un guía de turistas al cual mataron junto con ellos. Según en las redes sociales un usuario alertó que los sujetos armados irrumpieron en un reconocido Hotel de reconocida familia de por estos rumbos y se habían llevado a turistas, incluyendo al padre del internauta.
Si los criminales ya son dueños de las calles, ¿qué más quieren? ¿Por qué matan a la esperanza? ¿Por qué empiezan a dejarnos sin nada en que creer?
El Papa Francisco, jesuita y sumo pontífice, en su cuenta de twitter no ha dicho nada, un día después de pasada la barbarie, solamente dijo:
“Necesitamos soñar, también como Iglesia, ¡necesitamos el entusiasmo y el ardor de los jóvenes para ser testigos de Dios, que es siempre joven!”
¿Cómo ser testigos de Dios? ¿Cómo mantener el entusiasmo? Si te están matando a quienes llevan la palabra.
Un twittero nos decía en el programa de la mañana que la vida de un cura y la de un ciudadano vale lo mismo y sí tiene razón, lo que indigna, es que a personas que no le hacían el mal a nadie, personas que hacen el bien las maten nomás porque sí, nomás por la ley del más fuerte.
Lo que indigna es que maten a la esperanza y todo por 30 monedas de plata a cambio.
Hace siete años, en 2015, el Papa Francisco le escribió a su amigo Gustavo Vera que le explicaba lo que el narcotráfico había crecido en Argentina, lo que escribió el Papa fue lo siguiente:
“Ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror”.
No sé en Argentina cómo esté la cosa, pero acá en México, en 2022, las cosas siguen siendo de terror y cómo decía el gran Raúl Velasco:
-Aún hay más.
Y no vemos ni siquiera la luz al final del camino.
Aunque nos digan que las cifras bajan, el miedo todavía sigue ahí.
Y la esperanza nos la están matando…