Reinventando la Política/Milton Rojo

La empresa de juguetes Mattel y el torneo de Wimbledon tienen algo en común, ambos, rindieron tributo a Sarah Gilbert, la creadora de la vacuna de AstraZeneca.
Pasadito el mes, en Wimbledon, antes de que comenzara el partido entre Djovic y Draper, durante más de un minuto se le rindió una salva de aplausos a Sarah quien lucía más que sorprendida. Como toda científica de verdad, que cambia al mundo con su conocimiento, ella es humilde, por lo que se puede percibir, parecía que no se merecía los aplausos, como si no hubiese hecho nada importante en la vida, cuando en realidad fue una de las matriarcas que está salvando a una parte de la civilización.
De la misma forma, Mattel, sacó una Barbie inspirada en un modelo a seguir de la científica que descubrió una de las vacunas que están salvando vidas en el mundo, al igual que Marilyn Monroe, Beyonce y Eleanor Rooselvelt, Sarah Gilbert tiene su Barbie como reconocimiento a sus aportaciones.
Hace unos días leímos una noticia sobre el personal médico que está cansado, con justa razón, porque ellos siguen deteniendo al virus, a cómo pueden y no ven que se les apoye: desde la sociedad cuidándose más y desde los gobiernos reconociéndoles sus derechos y sus aportaciones ante esta pandemia.
Por un lado vemos a médicos del sector público agotados, en la medicina privada una gran cantidad de médicos están poniendo sus conocimientos en práctica y les está yendo bien, la verdad que bueno, pero hay un pequeño o tal vez reducido número de más que custodios de la salud son mercaderes de la salud que ante la pandemia únicamente se dedican a exprimir a sus clientes, porque ante este tipo de carroñeros no saben decir paciente y le llaman cliente o consumidores. Ya que esa gente entendió que la salud puede venderse y comprarse. Que pena de gente la verdad.
A esos mercaderes de la salud deberían de sacarlos de Sinaloa, ni sinaloenses deberían de llamarles, a esos mercaderes de la salud, a esos que lucran con la salud en lo público y en lo privado no tienen perdón de Dios. Mira que estar en pandemia y todavía tienen entrañas para lucrar en demasía y exprimir a la gente, sabiendo el estado de salud de las personas y aún así agilizando la usura.
No se vale.
Siempre he reconocido la labor de los médicos, enfermeras, camilleros, choferes de ambulancia, enfermeros, personal administrativo y de limpieza en los hospitales, tanto de hospitales privados como públicos, que en esta pandemia han dado más de lo que podían dar con tal de ver mejores amaneceres. Para ellas y ellos mi reconocimiento.
Pero aquellos que están abusando en demasía con la salud y el monedero de la gente, mejor deberían largarse, no tienen entrañas, ni vergüenza, cuando esto acabe sino los enjuicia la justicia los va a enjuiciar la divinidad.
Y habría que reescribir la Divina Comedia:
La caldera más ardiente en el infierno debería estar destinada para aquellos que lucran con la salud en tiempos de pandemia, aquellos que abusan del dolor humano y solamente les importa el dinero y olvidan el juramento de Hipócrates.
Para ellos nada más queda el fuego más ardiente del infierno.
Hay gente que es grande y salva a la civilización, como Sarah Gilbert y por otro lado, hay escorias que ven pandemia y hacen su agosto y cobran, cobran, cobran y cobran, sabiendo que no hay futuro para su paciente.
Para esos miserables en esta vida… no hay paraíso.