Reinventando la Política
En los próximos días se dará la batalla en las cámaras por si el Árbitro Electoral y las reglas del juego son cambiadas por la mayoría, una mayoría legitimada electoralmente y que por ejercer como tal quieren desaparecer el principio “del otro” en el juego democrático.
El principio del “otro” como bien lo argumentan cada quien en su tiempo y con sus ideas, la pensadora Hanah Arendt y el filósofo Byung Hul Chan, es ese principio “del otro” el que debe imperar en toda democracia.
Y es que jugar al “TOMA TODO” como quiere morena socavaría el principio democrático en el país y dejaría sin expresiones diferentes las cámaras.
En la reforma política del 77 el principio “del otro” imperó para que la izquierda pudiera acceder a posiciones legislativas y así poder ir ganando espacios.
Fue la izquierda, la que fijó las reglas del juego democrático, cuando la gran Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas después del fraude del 88 fueron imponiendo agenda democrática en el país. Fue José Woldenberg, un académico de izquierda quien en el 2000 fue la voz ciudadana que cantó la democracia. Aunque minutos antes, desde el poder, la había anunciado Zedillo.
Ahora bien, ante esta propuesta de cambiar al juego y al árbitro ¿Dónde está la izquierda que originó esta democracia? ¿Callada comiendo caviar y licitándole contrato a los militares? O ¿Perdió la fe?
En el poder, no se distinguen las ideologías.
Bolsonaro, en Brasil, ordenó a los militares a que revisaran el proceso electoral donde Lula Da Silva, después de salir de la cárcel le ganó la elección. Los militares brasileños, herederos de una amplísima historia de represión y expertos en saber de qué lado jugar le dijeron a Bolsonaro que no habría falla alguna, todo fue legal.
Ahí hay dos señales para México: primera, que ante la supuesta reforma, es muy probable que el Presidente y el resto de los poderes de la unión propondrían para consejeros a algunos afines y de tantos afines ¿Por qué no a militares? ¡Total! una actividad civil más que la ocupen las fuerzas castrenses y es el puente al poder: la actividad electoral.
Y la segunda señal, que los militares, así como juran bandera en un lado por mucho que les llenen las manos de oro, al cambiar los vientos voltean la bandera. Son siempre leales… al poder. Nacieron desde el poder y si el poder cambia de manos le son leales a los nuevos depositarios en turno.
Aunque eso sí, hay que decirlos ya son dueños del poder.
Hay que defender al INE porque si no ¡Lo pueden militarizar!
Yo no quiero que el INE se vaya porque no quiero ser invisible.