Reinventando la Política
Marcelo Ebrard estuvo ayer en Monterrey y parece que no está fintando: quiere meter gol.
Ante un auditorio de más de 2 mil personas sigue metiéndole turbulencia a la contienda de la afamada “Encuesta” que erigirá al candidato o candidata presidencial por Morena.
Esta propuesta ya la hemos comentado es un cálculo muy bien pensado y calibrado por Ebrard y su equipo, la jugada es volver lo más democrático el ejercicio de la “auscultación a la militancia” y para ello pone tres aduanas, para “emparejar” la contienda:
– La celebración, en el primer semestre de 2023, de debates entre las y los aspirantes para contrastar perfiles, trayectorias y propuestas.
– El establecimiento de una fecha límite para la separación de los cargos públicos meses antes de la celebración de la primera encuesta de reconocimiento.
– Que la aplicación de la encuesta para la selección del coordinador de los Comités de Defensa del Voto de Morena sea realizada y supervisada de manera independiente y verificable, idealmente, con una sola pregunta en urna simulada.
Lo que sorprendió ayer es que estuvo con él acompañándolo su extesorero cuando fue jefe en la CDMX y hoy líder nacional de Morena: Mario Delgado. ¿Las viejas lealtades vuelven a donde una vez fueron felices? O ¿su excolaborador le está jugando el dedo en la boca?
Sin duda, Ebrard sabe que le queda poco tiempo a esto y el presidente López Obrador lo está agotando, porque lo está manejando a su antojo, la situación es que los márgenes se van acortando y el poder se sigue acumulando, no sólo en el presidente, sino en las figuras que empoderó en el sexenio y que van a estar ahí cuando tome protesta el siguiente presidente: los militares.
Lo que está pidiendo Marcelo en la contienda es algo justo, es algo que mejoraría el proceso y la validez del proceso de Morena, no es nomás salir y cantar un resultado de una “encuesta” sin dar validez y que la militancia amanezca con candidato o candidata y se pregunte ¿a mí cuándo me preguntaron? Las viejas formas, pues, que no se han ido por más que el lenguaje busque sepultarlas ahí siguen.
Marcelo parece que va con todo, pero si le hacen una treta o no le cumplen sus puntos, ¿se irá de Morena? ¿Jugará con Monreal?
El escupitajo en el desfile del presidente le debió de quedar claro de cómo las pasiones se desbordan en Morena. Lo cierto es que el “común dominador” en Morena es el presidente López Obrador, sin él, Morena se volverá una carnicería de mercado y Marcelo, el gabinete, gobernadores y algunos alcaldes lo saben. Por eso él gana tiempo.
¿Se saldría Marcelo de Morena? En veces parece que sí y en veces que no, por eso puso agenda en el proceso, pero si no le cumplen los puntos -que son mínimos para adecentar el proceso- ¿Se quedará en Morena? ¿Qué pasa si se sale del gabinete y renuncia al juego “corcholaticidio”?
Tampoco como que irse a la oposición es algo válido o ¿será como su padrino Manuel Camacho? Marcelo está jugando a ser presidente y en veces abre el viejo manual de su padrino Manuel.
En algo se parece está sucesión a la de 1994, por el bien del país, esperemos que no sucedan tragedias. Ya no más.
El país está tenso y el país somos todos.