Reinventando la Política
En Culiacán, en pasados 3 años nos han abierto las puertas del infierno por lo menos dos veces, pero cuando la cierran hemos ido aprendiendo a través de la experiencia como poder ir recuperando nuestra tranquilidad y, es que no es fácil, porque la primera vez no nos dio el olor a azufre hasta que vimos el WhatsApp, en esta segunda vez fue gracias a la radio, a la tv y a las redes sociales que supimos que “las legiones de ángeles de la muerte” andaban en las calles.
Platicando con mis compañeros de la mesa de análisis y con compañer@s reporter@s del equipo de información de Los Noticieristas, fuimos armando una lista de señales, ruidos, sonidos y acciones que nos van diciendo gradualmente que ya podemos salir a ver el sol y vivir.
Aquí les dejo una lista de cuáles son esas señales:
1.- El ruido de los camiones. El saber que ya la ruta de los camiones volvió a trabajar es un ruido de la normalidad.
2.- La aparición de la Trilogía de los 3 señores: el señor de los Tamales, el Señor de las Donas y el señor del Agua. Saber que el tamalero anda en las calles da tranquilidad, igual que el señor de las Donas que siempre da el precio y ese es un índice inflacionario, saber cuándo suben las donas es saber que en el súper subirán o ya subieron los precios. Que el agua se lleve a la casa también es una señal de que todo volvió a la tranquilidad.
3.- Los súper de autoservicio. Dichos súper de las X´s que se volvió una rosa de los vientos, ya que son puntos de ubicación para dar santo y seña de un lugar. El que se abran esas tiendas es saber que todo volvió a su ciclo.
4.- Las personas que venden periódicos en las esquinas. Como los antiguos “pregoneros” en Roma que podrían matarse en plenas calles, el pregonero cantaba las noticias y nadie le hacía nada. Así los “periodiqueros” si los ves en las calles es que volvió el orden.
5.- Los Bancos abiertos. Si abren los Bancos el mundo se calmó y tiene que seguir acumulando riqueza.
6.- Las tortillerías. Hay tortillerías en Culiacán que puede venir el “juicio final” y seguirán moliendo nixtamal y poniendo en la mesa el sagrado alimento.
En el “Jueves Negro II”, no se supo articular un mensaje que tranquilizara a la gente, la población siguió en sus casas… prefirió la vida que hacer caso.
Al final en Culiacán, son nuestras costumbres diarias las que nos dicen lo que hay que creer para volver a la normalidad.
¿A quién creerle? Vale más los ruidos, sonidos y acciones, que cualquier mensaje. Así creímos y así ha sido en Culiacán. La monotonía que otorga certidumbre la percibimos en los ojos y en los oídos.
Como cuando Noé fue una paloma con una rama de olivo la que le dio la señal de que el diluvio ha cesado.
En estos días, todavía andamos con el “Jesús en la Boca” porque tuvimos una probadita del poder del Ejército empoderado, ahora ya con marco legal y dueño de los elementos del Estado.
La diferencia del operativo del 2019 al 2022, fue Biden y la ruta del Fentanilo, otra buena parte fue el Ejército Mexicano más empoderado, en 3 años ese monopolio legal de la violencia se fortaleció y se apropió de los elementos del Estado: dirige el gobierno, controla población y somete en el territorio, sino analicen el operativo. Eso lo vuelve arteramente peligroso.
Hoy el Ejército es más poderoso que el 2019 y esto lo hace una pieza fundamental en la sucesión presidencial.
Esta sucesión presidencial va a estar igual que en el 1994: acumulación de poder, control de una sola persona o un núcleo pequeño, muchos actores importantes tendidos en el terreno, actores débiles propensos a suceder, un partido muy poderoso y el monopolio ilegal de la violencia sin certidumbre.
Algo huele podrido en Dinamarca decía Shakespeare.
No digan que nadie se los advirtió, por lo menos si abren las puertas del infierno sabremos como volver a la normalidad, el problema es que no sabemos todavía detectar cuando abren ese acceso al inframundo.
Eso tenemos que aprender saber cuándo abren las puertas del infierno y correr a nuestras casas. Porque la pregunta en Culiacán es:
¿Y cuándo van a volver a soltar a los demonios?
Tenemos miedo y una sociedad con miedo no confía y más cuando los mensajes no dan calma y quien habla ve otra realidad.
Por eso mejor nos vamos a los sonidos y las acciones, son más confiables.