Reinventando la Política
En 1972 en Argentina, dos líderes que eran enemigos políticos se fundieron en un abrazo para dirimir controversias, eran Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín, eran enemigos políticos -todos en Argentina lo sabían- y había que hacer política ante el gobierno de facto y obligarlo a hacer elecciones.
El mismo Balbín lo explicó años después: “Había que dar ejemplos y amigar al pueblo y nada más que por eso fui a hablar a Perón. Entre él y yo no hubo ninguna alianza, pero el pueblo se dio la mano”.
Pero estos acerrimos enemigos tenían su historia, Perón en 1949 y en 1950 llevó a la cárcel a Balbín, para 1954 que Perón volvió a renovar su mandato, Balbín cayó preso por tercera vez. Balbín se vengó apoyando a la “Revolución Libertadora” un año después, donde se destituyó al General Perón de la presidencia.
Explico esta parte de la historia de otro país, porque la política la podemos entender también de otros pueblos y otras culturas, también la grandeza y la calidad humana a la hora de portarse “cómo gente grande”.
Tras 18 años de exilio Perón volvió y los “Peronistas” trazaron un acuerdo con la Unión Cívica Radical, “yo con Balbín voy a cualquier parte” dijo Juan Domingo.
Así se trazó en Argentina lo que se llamó la hora del pueblo. Dos años después siendo presidente muere el General Perón. Al asistir a su funeral, Balbín el enemigo histórico de Perón dijo:
“Este viejo adversario despide a un amigo”.
En otro lugar, en una parte de la historia de otros pueblos, existieron hombres que supieron zanjar diferencias y tener clase y altura. Actualmente, Argentina en democracia sigue estancado, le faltó la grandeza que no se logró reproducir de sus grandes hombres y mujeres y hoy se debate entre el pasado oscuro y un presente que no termina de cuajar.
Y nosotros acá ¿Qué herencia política tenemos? ¿Nos ha quedado en política algún vestigio de grandeza? ¿Qué virtud vemos en nuestros políticos?
En las grandes horas ha habido personas que han sabido zanjar dificultades gracias a su calidad humana y su grandeza, pero ¿Cómo gobernar con virtudes, cuándo el sentimiento cardinal es el odio?
Y más cuando hay odio copiado… los demás imitan el odio del hombre del poder ¿Cómo tener grandeza, si hasta odiar se copia? Es pregunta sin derecho a réplica.