Reinventando la Política

Anteayer falleció el gran actor Ignacio López Tarso que en su filmografía las más importantes están la Estrella Vacía, Juana Gallo, La Cucaracha, El Gallo de Oro, El Hombre de Papel, Macario y La sombra del Caudillo.
Es en estas dos últimas películas donde sus diálogos reflejan muy bien lo que pudiese estar pasando en México, los primeros dos son de la película “Macario” escrita por el gran Bruno Traven, el primer párrafo es un cuestionamiento del hombre a Dios y solamente un mexicano ante tanta dificultad, podría cuestionarlo si esté le pidiera un pedazo de comida:
“Tú señor, tú quieres un bocado”… “Por qué Señor a ti no te interesa mi bocado, te interesa un gesto, una acción, tú sabes muy bien que yo no he querido nada para mí sólo en toda mi vida, entonces para ti este deseo es un animalito muerto, apenas un pretexto para que yo me porte bien y para mí lo es todo… toda el hambre de mi vida, todo lo que he dado, todo lo que no he recibido”… “Perdóname yo sé que puedes perdonarme, yo no quiero convidarte, no quiero”… “Pero sí de veras te interesa este bocado”… y en ese momento el hijo del hombre ya no está….
El segundo párrafo se refiere a la forma en que el mexicano aún sigue viendo culturalmente a la muerte, cuando esta llegue -personificada por el gran Enrique Lucero- y le pide un pedazo del manjar y Macario le contesta:
“Ya sabía que no podía ser verdad… era mucho pedir… te voy a convidar, lo voy a partir a la mera mitad”… después “La Parca” le pregunta por qué le convidó si ni al diablo, ni a Dios le habría convidado: “la verdad al mirarte pensé que ya no me quedaba tiempo , por que cuando te apareces ya no das tiempo de nada y entonces calculé que si te daba la mitad del pollo, comerías tú y comería yo también…”
En eso la muerte ríe, estando en deuda le paga a un precio tan alto.
En la sombra del Caudillo de otro grande, Martín Luis Guzmán, López Tarso encarna al General Hilario Jiménez, quien es el delfín del Caudillo, este escribe un comunicado al ser su elegido:
“Cuenta, asimismo, con el Ejército, casi intacto, que sabrá secundarlo, como un solo hombre, en el castigo de los traidores. Y cuenta, por último, con los grandes anhelos de paz de la nación, ansiosa de que sus gobernantes lleguen al Poder por virtud de las leyes y no gracias al golpe a mano armada.”
Sin duda, el arte refleja muy bien a la política y a la vida misma, mientras salimos a la calle con nuestra fe a cuestas, seguimos cuestionándonos y culpándonos a nosotros, cuando la pregunta sería ¿Las condiciones están dadas para poder salir adelante? ¿De qué sirve la fe si ya hemos perdido gradualmente el espíritu de comunidad? ¿Y el prójimo? Y además nuestra capacidad de ver a la muerte cómo sinónimo de igualdad, en donde el Estado ha pasado de una Biopolítica a una necropolítica, sí, de cuidar al ciudadano curándolo para que produzca, pasamos a un “hacer morir, dejar vivir”, esto nos lleva al párrafo de Martín Luis Guzmán, esa línea que dice:
“El Ejército, casi intacto, que sabrá secundarlo, como un solo hombre”
Así el ejército mexicano, será el gran monopolista de la violencia, diciendo quién es traidor y quién no y los anhelos de paz de hoy serán las razones de Estado del mañana.
Los guionistas y escritores que dieron vida a los personajes del gran Ignacio López Tarso, en su arte y su grandeza, todavía siguen explicando a nuestra nación.
Ayer ganó “Pinocho” como mejor película animada en los Óscares, es en ese filme donde se cuestiona a la paternidad, al Ejército, al Estado y a la fe… con alma de niño.