Culiacán, Sin.- Tan oscuro como la negra noche, y tan falto de sonido, que era fácil percibir el sollozo, precedido del doloroso llanto de los asistentes, triste, con mucho dolor, y con todo ese pesar a cuestas, “El Pablo” (Teatro Pablo de Villavicencio) , abrió sus puertas antes de la matiné, pero no para un espectáculo, sino más bien para despedir y honrar a uno de sus hijos pródigos, a Maximiliano Corrales García, a quien le apagaron la luz de forma cobarde.
Como si fueran ríos, los dolientes, vestidos de negro, como muestra del duelo por tan sensible pérdida, se movilizaron al recinto, para llorarle a su ‘carnal’, para reconocer el enorme artista que era a pesar de su juventud, para celebrar que hubo alguna coincidencia entre sus caminos, para agradecerle sus enseñanzas y para dejar claro que lo van a extrañar, que no lo van a olvidar.
Usted debe leer: “No dejes de bailar nunca Max”: Con sentido homenaje recuerdan a Maximiliano Corrales, asesinado en Culiacán
Una corona de flores blancas, arreglos varios, con tenues tonos cálidos, y una veladora al pie del retrato de ‘Max’, en donde se le veía sentado, con el torso descubierto y una sonrisa que, a decir de quienes lo conocían, era su sello de presentación.
Este día, la tarima no fue el soporte de un espectáculo de canto, ni de una majestuosa obra, como es costumbre, este día, el escenario estaba triste, el escenario que alguna vez fue testigo del derroche de talento que Max imprimía en cada uno de sus movimientos al danzar, y también al actuar, este día, los aplausos no estaban llenos de júbilo, este día, los aplausos tenían un propósito y solo un propósito, despedir al artista que dejó este plano terrenal para encumbrarse en el firmamento, entre las estrellas.
A Maximiliano Corrales le apagaron sus sueños, sus ilusiones y su arte, pero le nacieron alas, y con ellas emprendió el vuelo hacia lo más alto, casi tan alto, como lo eran sus aspiraciones en el mundo del baile artístico.
Usted debe leer: Hallan sin vida a Max Corrales, el joven de Cosalá que desapareció el martes en Culiacán
Entre llanto y suspiros, alguien del público subió al escenario para despedir a su amigo y le dedicó estas palabras:
“Ese no es tu cuerpo sobre el agua. Tú eres un huracán que estremeció nuestras miradas. Tú no eres ese cuerpo inherente, eres un rayo, cruzando la sensibilidad de un teatro entero. La magia de tu poder escénico jamás será una estadística inmóvil, tú seguirás bailando en escenarios inmunes. Por favor Max, sigue bailando, sigue bailando, sigue bailando, que no te detenga la estupidez de este país. Sigue bailando e ignora la caída, porque tú nos enseñaste que el cuerpo puede hacer lo imposible”.
Baila entonces, Max, contra la muerte, contra el odio, y sigue enseñando, en cada rayo de sol, que bailar es el paraíso. Tu danza jamás será invisible.
Descansa en paz, Maximiliano Corrales García.