
Culiacán, Sin.- Fueron ocho proyectiles de arma de fuego los que salieron expulsados del arma homicida que la mañana de este domingo 3 de septiembre le arrebató la vida a don Federico, un hombre de 77 años de edad que todos los días salía a caminar por el parque lineal que corre paralelo al canal de aguas pluviales en la colonia Villa Satélite, al oriente de la ciudad.
Bajo los débiles pero abrasadores rayos solares matutinos de este domingo, don Federico realizaba caminata apoyado con un bastón por un sendero delimitado por una espesa vegetación de zacate Johnson que es alimentado por la temporada de lluvias y solapado por los nulos trabajos de limpieza del municipio.
Era un poco antes de las 7 de la mañana de este domingo cuando al menos ocho detonaciones de arma de fuego hicieron encender el sentido de alarma entre los vecinos de la colonia Villa Satélite, específicamente en la zona que se localiza por la calle Mariano Escobedo y la calzada De la Luna.
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Muchos curiosos rápidamente salieron de sus hogares para ver qué había sucedido, pero por más que volteaban para todos lados no alcanzaban a ver nada anormal en la calle, pero luego de escudriñar muy bien la zona alcanzaron a ver el cuerpo de don Federico tirado boca arriba con los brazos extendido en forma de cruz en medio del pequeño camino escaso de vegetación a causa de las constantes caminatas de los ejercitadores y peatones que pasan por el lugar.
Allí a un costado del puente blanco, por donde la gente pasa para “brincar” de un lado a otro el arroyo pavimentado, yace el cuerpo inerte de don Federico tirado boca arriba, aún con la gorra puesta. Sin saber que su domicilio se encuentra a solo unas calles del sitio del asesinato, los vecinos señalan que todos los días lo miraban caminar apoyado con su bastón en la misma zona.
“Ese señor debe de ser de por aquí cerca. Todos los días lo miraba a caminar con el bastón para arriba y para abajo. Se me hace raro que nadie haya llegado a procurarlo porque no caminaba mucho, caminaba poco más de media hora y se iba. Quién sabe por qué lo mataron, se miraba una persona de bien” señala un hombre que pasa y baja de su vehículo para acercarse a ver quién era la persona finada.
Casi al final de los trabajos, mientras los peritos señalan las vainas vacías de las balas tiradas sobre el piso y la banqueta de lugar con pedazos cuadrados de color amarillo y números negros y mientras el personal del Servicio Médico Forense se dispone a acomodar la camilla para levantar el cadáver, en esos momentos el llanto de una mujer irrumpe en el silencio de la escena al recibir la noticia de que el occiso se trata de un familiar cercano.
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