Angostura, Sin.- El reloj marcaba las 9:26 de la noche del viernes 29 de septiembre, decenas de personas, entre familiares y amigos, ya esperaban la llegada de aquel hombre que, en vida, luchó por salvar la vida de mucha gente, y hasta en su último cumplió con su juramento médico, pero en esta ocasión, su llegada no era como se esperaba.
El doctor Otniel Everardo, quien perdió la vida el pasado jueves un hecho violento suscitado en una clínica de la ciudad de Culiacán, donde desempeñaba su labor, llegó dentro de un automóvil color gris, el cual traía su cuerpo.
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El dolor inmenso de familiares y amigos al verlo entrar a donde fue su hogar y donde lo vieron crecer no se hizo esperar, su llegada no era como se esperaba, hoy llegó dentro de un ataúd que guardaba sus restos y en el lugar ya lo esperaban entre veladores y cientos de flores que le llevaron.
Hoy sus familiares lloran, lloran a un hombre que en vida fue una persona ejemplar, quien realizaba su labor con honor y prestigio, y hasta en el último momento entregó su vocación de servir.
Otniel era más que un médico, en la comunidad de La Esperanza, en el municipio de Angostura, despiden al esposo, al padre, al hijo, al hermano, al amigo, al hombre que solo desempeñaba su labor con amor y entrega.
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Llegó para que le dieran el último adiós, para que lo despidieron como el gran doctor que fue, el que en su actuar siempre buscó dar lo mejor.
Hoy familiares inician a despedirse de Otniel, un hombre que será difícil de olvidar, no por la forma en la que falleció, sino por el trabajo que desempeñó para cuidar la vida de los demás.
Al urgenciólogo que quedó en el fuego cruzado en la clínica donde trabajaba en la ciudad de Culiacán, le sobreviven su esposa y dos hijas, una de ellas de apenas meses de nacida, a las cuales no verá crecer, porque la disputa entre delincuentes le cortó las alas cuando apenas empezaba a volar.
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