Apunte
Culiacán, Sinaloa, 23 de octubre, 2024. La política, en su acepción más generalizada, es el arte de gobernar, de legislar, también de conducir a un fin determinado. Desde su raíz etimológica, la política atañe a la ciudad, la polis, como el espacio de la cosa pública, el lugar de lo social, de las relaciones entre individuos que tienen que responder a las necesidades de la vida colectiva y, en ese contexto, a las propias; la corresponsabilidad en el destino común.
Desde sus orígenes, como arte de la convivencia y condición ineludible para la preservación del colectivo, la actividad política es necesaria, indispensable en toda comunidad; dado que implica corresponsabilidad en su ejercicio, requiere del involucramiento de todos y se integra a la cultura en tanto que componente de la civilidad en las relaciones intracomunitarias.
SIN POLÍTICA NO HAY PUEBLO
Según el Mito de Prometeo, tal y como lo retoma Platón en La República, Zeus entrega el arte político a los hombres porque sin él, aun contando con el fuego y la habilidad mecánica, corren el riesgo de exterminarse entre sí.
Los griegos establecieron que participar en la política es derecho y obligación del hombre de la polis, signo de civilidad y cualidad distintiva del ser responsable y comprometido con el destino común que es, por la actoría colectiva en su definición, producto de la voluntad común en un sentido democrático.
PERO NO SEGÚN SE VEA
De la etimología al sentido y uso común, y de ahí a la construcción teórica que trata de recoger la complejidad de un mundo cambiante, confuso y contradictorio, el término política es también polivalente.
Así, la política designa a la cosa pública, los asuntos de la polis, específicamente sociales; lo que interesa, o debe interesar, a todos; aquello de lo que somos corresponsables, usufructuarios y muchas veces víctimas; la actividad consustancial a lo humano, que da cuenta de la capacidad para conducir, o guiarse, a un fin determinado; el juego del poder y el espacio de la resistencia al poder; la lucha por la preeminencia de discursos explicativos; lugar de confrontación de intersubjetividades; de la racionalidad necesaria; del bien común; es presente y prospectiva, realidad y especulación. Todo eso y más.
Lo que no se justifica es que se quiera confundir y el interés de parte se quiera imponer sin atender al interés general.
ES EL INTERÉS GENERAL
Pero, en todo caso, la política implica de origen una clara percepción de su ejercicio en la lógica del interés general de la comunidad de referencia, el que se representa o se quiere representar, para su preservación, en primer término, y su desarrollo y superación, con base en el universal compartido, por derivación natural.
En ese orden de ideas, la preeminencia al interior de una colectividad dada se busca enarbolando el interés general, a partir de una definición de política que recupere ese atributo.
La acción política, así, se procesa en la lógica de la confrontación entre visiones del mundo, proyectos de vida colectiva, ideas de nación, códigos éticos y, en suma, todo aquello que se defiende y promueve como legítima representación del interés general.
Lo anterior, asumiendo que el ejercicio político se inscribe en la deontología original, sin las distorsiones que en la actualidad tienen presencia y han desviado a la política de sus orígenes.
La política, en sentido amplio, el ejercicio político, en particular, tienen como referente el interés general, que se representa o se pretende representar, que se enarbola, en todo caso, en la confrontación entre distintas visiones.
Pero la política en nuestro país, lamentablemente, se ha convertido en el espacio de la mentira, la manipulación, el engaño a sabiendas y la impunidad del escarnio falaz.
EN EL TINTERO
–El gobierno de Estados Unidos en la total opacidad, negociando con narcotraficantes, ocultando los pormenores del caso Zambada, incursionando sus agentes sin autorización del gobierno mexicano. Se tiene que ser más enérgicos.
–La universidad de Harvard que tiene “gran prestigio”, pero de papel, está muy cerca de lo que los académicos que hemos estudiado en universidades mexicanas, con programas de verdadero rigor, como la UAM, calificamos como “patito”.
-No es de oídas, hemos coincidido en paneles y mesas redondas donde se ha constatado la limitación de miras y el relativo nivel académico de los “intelectuales” de aquel espacio “de gran prestigio”. Que se burlen de México no es novedad, siempre lo han hecho, con su conocida falta de ingenio.
-Como se esperaba de la “tortuguertz”, sus “pruebas” están en cuestión y, a pesar del tiempo que ha tenido, una carpeta con deficiencias e irregularidades. A ver qué sigue.
–Como jauría desenfrenada, el prianismo, sus epígonos y asalariados mediáticos, siguen en campaña contra Sinaloa, contra Culiacán, de manera particular, y contra el gobernador Rocha Moya. Les urge equiparar al narcoprianismo con la 4T. ([email protected]).