Los Mochis, Sin.- Desde 1967, María Parentes Rivera, residente de la colonia Anáhuac en Los Mochis, ha mantenido una conmovedora tradición familiar.
Cada 1 de noviembre, esta madre doliente acude al panteón municipal para rendir homenaje a su hijo, Inés Osuna Parentes, quien partió de este mundo a la temprana edad de siete meses, tras contraer una bronconeumonía.
Con 87 años de vida y una familia compuesta por 15 hijos, que aún la acompañan, María recuerda vívidamente la trágica pérdida.
Este triste evento marcó su vida, pero también dio inicio a una tradición que ha perdurado a lo largo de las décadas.
“Cada año yo vengo a limpiarle la lápida y a ponerle flores, y todos los años yo vengo, fue como por ahí del año 67, 7 meses tenía cuando falleció, de repente se me enfermó, le pegó como bronconeumonía y no lo pudimos salvar”.
¿Era el primer hijo?
“No, ya era como el quinto, yo creo”.
¿Cuántos hijos tuvo señora?
“16, me viven 15, no más él es el que me falleció”.
La historia de María no solo es un relato de pérdida, sino también de perseverancia y amor.
Acude al cementerio cada año para limpiar la lápida de su pequeño y colocarle flores frescas.
En su visita, María se sienta un rato junto a su hijo, una acción que le brinda consuelo y la conexión con él que tanto anhela.
“Tengo que venir a estar un ratito aquí con él”, menciona, resaltando la importancia emocional de este ritual.
“Todos los años, el día primero de noviembre vengo a limpiarle y a ponerle flores y estar un ratito aquí con él, yo tengo 87 años, y ellos siempre me acompañan también, siempre viene conmigo”.
“Mi mamá, año con año, ella tiene 87 años y es una bendición”.
¿Y es una tradición ya, recordar y venir?
“Sí, todos los años venir a limpiarle su lápida, y a ponerle flores, y estar un ratito aquí con él”.
¿Cuál nombre le puso?
“Inés Osuna Parentes se llama, niño de 7 meses de nacido”.
Sus familiares han adoptado esta tradición, acompañándola en cada visita, señalando la unión y el amor que aún conserva su familia.
Este acto de recordar y honrar a Inés, ha creado un lazo más fuerte entre ellos, mostrando que, aunque él no esté físicamente presente, su memoria vive en cada encuentro.
La historia de Inés Osuna Parentes no solo vive en las flores que su madre coloca cada año, sino también en el amor que permanece en su familia, un amor que persiste a través de la tristeza y los recuerdos.
Usted debe leer: “Quisiera decirle a mi niña que la amo y que quisiera tenerla conmigo”; recuerdan a ‘angelitos’ en su día