En Culiacán, asar carne es parte de las costumbres muy de la ciudad. Reunirse para platicar lo que ha pasado en la semana con los amigos o la familia es una tradición que ha perdurado, ya sea para ver el juego de Semifinales o para festejar un cumpleaños, el ascenso o algún motivo por el cual sentir alegría.
En el deambular por las calles y colonias de Culiacán, en estos días, se puede observar que las últimas semanas, en muchas casas de la ciudad, se está usando a la carnita asada como un amortiguador social. Como ya no podemos salir en la noche, se está virando hacia asar la carnita y convivir con los amigos y la familia; como ya no se puede andar de noche, los culichis nos fuimos al asador para mejor pasar el tiempo los fines de semana.
Obvio, esto pasa en las familias que pueden asar una carnita, pero hay familias que no la están pasando bien, ya sea por que perdieron el trabajo, les asesinaron un familiar o se lo desaparecieron.
Sin duda, lo que está pasando en Culiacán es un desgarramiento social. La sociedad se está desgarrando porque están pasando cosas que antes no veíamos y, aunque no lo percibamos, estamos cambiando como sociedad, pero no sabemos si el cambio será para bien o para volvernos una sociedad más egoísta. El desgarramiento obliga a cambiar las estructuras de la sociedad.
Hay estructuras que estamos viendo que están cambiando de piel. El miedo nos está obligando a cambiar de hábitos, a desconfiar de la noche y a ser todavía más precavidos, a abrir los ojos de más en el día y hacer lo estrictamente necesario con luz de día y devolvernos a casa al caer la noche o antes.
Los restaurantes y varios negocios han tenido que adaptarse a esta realidad. Las redes de amistades también. Nadie exige quedarse más allá de las 7 pm. Nadie quiere jugar con el destino de los demás solamente por alargar la compañía. En eso estamos cambiando.
Por eso, la carnita asada se volvió más organizada y solamente dura con la luz de día y algo de la tarde-noche. Así, el asador se volvió un altar de la amistad, siempre lo había sido, pero hoy con más razón.
Los culichis estamos cambiando, pero en lo que no cambiamos es que queremos la restauración de Culiacán. Queremos a nuestra ciudad restaurada.
Ya es diciembre y queremos nuestra ciudad otra vez ¿Para cuándo es la pregunta que le hicieron varias veces a García Harfuch en la rueda de prensa? Y es la misma pregunta que nos hacemos en las carnes asadas.
Y nadie atina a dar una respuesta.