
Hace más de tres décadas, asesinaron al candidato presidencial del partido hegemónico de nuestro país. Ese crimen cimbró a México.
A partir de ahí:
- En las elecciones de 1994, la gente le dio el pésame al PRI, mas no la confianza.
- El país se reconfiguró, la banca recién privatizada resultó un fiasco y tuvo que ser rescatada y pasó a manos extranjeras.
- El país tuvo una devaluación muy fuerte. A partir de ese “error”, el desliz del peso ha sido gradual.
- El país inició un proceso de equilibrios. En 1997, el PRI pierde la cámara y tres años después pierde la presidencia.
- El PAN gana en 2000 y apenas pudo sacar el proceso en 2006 bajo sospecha de fraude. La democracia era una niña.
- En el 2018, ya adulta, viró el país hacia una izquierda nacionalista que se fue quedando en una posición nacionalista-populista.
- El poder inició a partir del 2000 una reforma. Empezaron a construir instituciones que equilibraban al poder. Esas instituciones ya no están.
- El proceso de reconstruir al poder se hizo desde un discurso populista y desde la dirección de una sola persona, no de un entramado de instituciones.
- La violencia empezó una espiral con la democracia.
- Homicidios y desapariciones han sido la constante desde la transición política, pero se exponenció en 2006. De 2018 a 2024, aumentó casi un 40% más.
El asesinato de Colosio también mató una forma de hacer política e intentó evolucionar, pero terminó en una peligrosa involución hacia el autoritarismo que su discurso buscó reformar.
No somos el país de 1994, sino otro México. Aunque la violencia está tomando el control de territorios y la forma de hacer política cambió, el Estado ahora todo lo arregla con dinero según tal o cual necesidad. La deuda pública subió un 70% y nuestro principal socio comercial nos está obligando a caminar un terreno pantanoso que origina a redimensionar las formas de relación legal y criminal.
A 31 años del asesinato de Colosio, el poder se reformó para volverse más poderoso y todo bajo la vía democrática, y va por más.