Apunte
Culiacán, Sinaloa, 17 de mayo de 2025. Al igual que prácticamente todos los embajadores de Estados Unidos (antes y ahora) el representante plenipotenciario del gobierno yanqui en México, en 1913, Henry Lane Wilson, intervino abiertamente en la política interna de nuestro país, defendiendo intereses de la oligarquía que desde siempre ha mandado en el país vecino.
Wilson presentó sus credenciales diplomáticas, el 5 de marzo de 1910, al entonces presidente Porfirio Díaz y seguro estaba de que las concesiones irregulares a petroleros yanquis, y los privilegios de que gozaban todos los inversionistas extranjeros, seguirían sin duda.
Pero no gustó a la oligarquía lo que Francisco I. Madero se proponía hacer y entonces las señales apuntaron a otra parte.
TRAICIÓN Y TRAGEDIA
El embajador Wilson fue principal promotor y autor, junto con los traidores mexicanos Bernardo Reyes, Félix Díaz, Manuel Mondragón y Victoriano Huerta, del “Pacto de la Embajada” (de Estados Unidos, donde se fraguó) con el objetivo de derrocar al presidente Madero.
El 19 de febrero de 1913, Madero y José María Pino Suárez, vicepresidente, fueron torturados y obligados a firmar la renuncia a sus cargos.
Pedro Lascuráin, que era ministro de Relaciones, estuvo en la presidencia durante 45 minutos, designó a Victoriano Huerta como secretario de Gobernación y renunció, siguiendo el guion de la farsa.
Los golpistas se habían comprometido a respetar la vida de Madero y Pino Suárez y a tramitar su exilio a Cuba, pero, el 22 de febrero de 1913, asesinaron brutalmente a los dos.
Victoriano Huerta se proclamó presidente interino dando lugar a levantamientos armados en el país, con el beneplácito del embajador Henry Lane Wilson.
El entonces presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, tratando de cubrir la intervención yanqui, de la que tuvo pleno conocimiento, inicialmente apoyó a Huerta y después se negó a reconocer su gobierno.
LAS CUENTAS DE LA HISTORIA
La historia da cuenta precisa de la intervención del embajador estadounidense en el derrocamiento y asesinato de Madero y Pino Suárez, no hay duda de que fue Lane Wilson quien organizó el “pacto de la embajada”, que incluso firmó, donde se establecieron los términos para que Huerta accediera a la presidencia.
También Wilson, a través de tratos con la prensa, promovió previamente la inestabilidad e hizo propaganda, con la complicidad de la contra revolución mexicana, para justificar la intervención estadounidense en los asuntos mexicanos (lo mismo que están haciendo ahora la derecha mexicana, el Prian y la oligarquía).
APRENDER DE LA EXPERIENCIA
El lunes entrante, según se anunció, el nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, exmiembro de los “boinas verdes”, coronel retirado y ¿ex? agente de la CIA, presentará su acreditación a la presidenta Sheinbaum.
Johnson es conocido por apoyar una posible intervención militar directa de Estados Unidos en México, con el pretexto de la lucha contra los carteles de la droga, y según sus antecedentes, es un especialista en estrategias de desestabilización, promoviendo la oposición interna en donde le indique su gobierno.
La correcta dimensión de la historia irrefutable debería dictar la pauta a seguir.
ES SU CONDICIÓN Y NATURALEZA
Es inconcuso que los embajadores yanquis, en todo el mundo, se comportan con altanería y prepotencia, además de que se sienten con el derecho de intervenir en las naciones que ellos consideran débiles y atrasadas.
La historia da cuenta de múltiples acciones ilegales cometidas por el imperialismo gringo. Un recuento revela que, de 1776 a la fecha, Estados Unidos ha realizado alrededor de 400 intervenciones militares.
Más de la mitad han tenido lugar a partir de 1950, y el 25% después de la Guerra Fría. En otros estudios se afirma que han sido 469 intervenciones militares entre 1798 y 2022, y más del 50% después de 1991.
No hay, pues, margen para la ingenuidad y la diplomacia pusilánime.
EN EL TINTERO
–El BM y el FMI, son paleros de la oligarquía mundial; las “calificadoras”, un negocio que representa costos altos para gobiernos ingenuos o cómplices; los “analistas especializados” y los “asesores de alto nivel”, otro lastre. A todos, hay que mandarlos, literalmente, al diablo.
–Políticos ambiciosos a la par de vulgares, oportunistas e ignorantes, los hay a destajo en Estados Unidos. Son, además, simplones y faltos de imaginación e ingenio, de ahí que recurran a satanizar a México cada vez que abren la boca. No les da para más.
-Gravar con un impuesto las remesas de mexicanos en Estados Unidos, sin mucho abundar, sería un auténtico robo y punto.
-Desde ya, lo que les digan a pedido los delincuentes apapachados por Trump, carece de la menor credibilidad. ([email protected]).