Guasave, Sin.- Por última vez en las instalaciones de la casa sindical, la que fue su casa por muchos años y en dónde tuvo momentos de gloria y de desencuentro, pero ahora desafortunadamente dentro de un ataúd café, bajo el que estaban sus botas favoritas, su texana negra sobre el ataúd y una foto que muestra a un Alejandro Pimentel más robusto y joven, montando en su yegua “Gema”.
Así fue la última visita de cuerpo presente de Alejandro Pimentel Medina en la Casa del Sindicato, a espaldas del santuario del Señor de Los Milagros.
Compañeros del Sindicato, desde los que siempre estuvieron en su grupo, hasta aquellos con los que en algún momento tuvo desencuentros, todos en el homenaje al “líder”.
El pase de lista y gritar presente en al menos tres ocasiones cuando llegó su turno.
“Alejandro Pimentel Medina, ¡presente!, Alejandro Pimentel Medina, ¡Presente!, Alejandro Pimentel Medina, ¡Presente!”.
Las lágrimas a causa del sentimiento de tener ahí a quien durante años encarnó la lucha y sometió a más de un gobierno con sus huelgas afuera del Palacio Municipal, esas que se extendieron incluso durante meses.
No podía faltar el grito de batalla con el que no en pocas ocasiones los trabajadores irrumpieron sesiones de cabildo y demás reuniones o incluso en informes de gobiernos municipales, ese que fue el temor de varios alcaldes.
Fue una de sus compañeras quien pidió al resto del grupo alzar la voz para lanzar la consigna.
“Stashag, Stashag, Stashag, Stashag, Stashag”, el grito se prolongó por espacio de un minuto.
Minutos después la agrupación Guerreros Azules, grupo que en los últimos meses cobijó su debilitado movimiento, colocó encima de su ataúd la gorra azul con el logotipo del grupo.
Yesenia Rojo Carrizosa, líder de este grupo, tomó el micrófono para pedir aplausos para quien dijo es el líder que no supieron valorar.
Textualmente manifestó que encontró a él a un líder nato a quien desde que cruzó las primeras palabras reconoció como uno de los suyos, pues no veía por él sino por el bien común.
La estancia en la casa sindical fue breve, minutos después la carroza, seguida por “El Chivo” Javier Romero, un trabajador con quién siempre se llevó muy bien, salió de las instalaciones.
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La carroza partió con rumbo a su última misa de cuerpo presente, en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, cerca del Ayuntamiento, ahí su familia y amigos le acompañaron antes de que lo llevaran a Guamúchil, ciudad donde sus restos serán cremados.
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