Reinventando la Política
Sin duda, nuestra selección no llegará a cuartos de final, salvo un milagro de la guadalupana. No tenemos como llegar, pero todo podría pasar.
Donde si vamos a ir a la final y es probable que ganemos de calle, es en la afición.
¿Quién le está poniendo el ambiente en la calle? ¡Los mexicanos!
¿Quién anda haciendo bromas en la brutal Qatar? ¿Quién anda haciendo a los arabes bailar con Caballo Dorado? ¿Quién trae una bocina llevando los gritos de ropavejero por el centro de las ciudades mundialistas? Exacto ¡los mexicanos!
Si los argentinos presumen que sus estadios no vibran, laten, es la afición mexicana la que late en las calles de los países sedes del mundial y se empieza a ganar un lugar en los mundiales y es que la tradición obliga
¿Qué nos obliga a exponenciar nuestra alegría fuera de nuestra tierra? ¿Por qué somos así los mexicanos?
La gente en Qatar: grita ¡Desde el INE no se toca!, arma bromas a la gente, se visten de jeques, arman bailes multitudinarios y la gente le empieza a tomar cariños a la afición mexicana.
Mientras la grandeza mexicana se demuestra en Qatar, el país sigue, sin medicamentos en los hospitales, las fosas siguen apareciendo, los precios siguen con inflación, pero ¿qué importa? El sábado juega México, el bálsamo, el amortiguador social más grande: la selección.
Cuando eliminen a México, el humor social volverá a voltear al país y a sus cosas… mientras, la vida sigue.
Cada cuatro años, el país adoctrinado en el evangelio de los 90 minutos, sigue creyendo y albergando que la selección mexciana continua haciendo creer que puede llegar a cuartos de final. Nadie habla de ganar el mundial, como hace tiempo nos lo hicieron creer, ahora nos conformamos con que se pare un penalti.
Así entre conformismo, el adoctrinamiento sigue las mismas prácticas, como cuando estábamos en las escuelas, siguen llevando Televisión o Streaming a las aulas, para que los próximos consumidores sigan viviendo el sueño de la selección.
Así se forman a los “hinchas” y futuros ciudadanos, se siguen formando personas con un temple fortalecido ante la adversidad, todo por irle a una selección perdedora.
Como bien dice Samuel Becket, no hay juego de vuelta entre el hombre y su destino. Pareciera que nuestro destino siempre es perder y en lo social es conformarnos, pareciera que ante la resignación no llega a cuartos de final.
El sábado iremos contra los argentinos que ha sufrido peores viscisitudes, y que gracias a su lenguaje han sabido construir una sociedad -que se rompe cada 10 años-, pero que a sus militares los ha sabido llevar a la cárcel por las desapariciones de sus ciudadanos.
Acá no podríamos llevar al banquillo a un general ni por equivocación, nos quieren cambiar al árbitro electoral, los precios están subiendo…
Pero en el mundial tenemos la mejor afición. ¿Es eso patriota? No, pero México demuestra su capacidad de defender la alegría a pesar de la selección que tenemos. A pesar de todo.
El país está entrando a escenarios oscuros, están cambiando las élites, pero tenemos mejor la afición.
Somos campeones mundiales en afición, aunque el país esté entrando a un espiral oscuro de intereses.
La gente que defiende a la alegría tiene la capacidad de soportar grandes abusos y reponerse de las tragedias.
La afición mexicana en Qatar nos dice que hay esperanza. Defender la alegría defiende lo que somos.
Hay esperanza.
El mundial ya lo ganó México… Tenemos la mejor afición. Aunque la selección no se lo merezca.