Mazatlán, Sinaloa.- Rigoberto Arámburo Millán es un joven mazatleco de 34 años de edad, y hoy en día es uno los nutriólogos experimentales más conocido por ser ejemplo de que sí se puede mejorar la salud en la pérdida de peso.
Egresado de la Licenciatura en Nutrición Humana por la Universidad Autónoma de Durango en Mazatlán, Rigoberto experimentaba una contradicción en lo que eran sus estudios y su realidad física, pues hace 5 años llegó a tener un peso corporal de 255 kilos y un índice de masa de 75, lo cual era una confrontación en su día a día al verse al espejo y saber que algo no iba bien.
Fue un 30 de junio del 2017, cuando Rigoberto decidió dejar sus camisas 6 XL y sus pantalones talla 57, pues desde niño padeció un trastorno de voracidad alimentaria que cambió su vida al paso de los años, y como buen mazatleco, no dejaba de consumir los tacos, quesadillas, hamburguesas, papas fritas, pizzas, las tostadas fritas de los mariscos, galletas, sabritas, chocolates, alcohol, jugos y bebidas energéticas.
“Fui una persona que he perdido 150 kilos, actualmente te puedo decir que he redescubierto la vida desde una perspectiva diferente, mentalmente, psicológicamente, físicamente; laboralmente he ayudado a muchísimas personas porque delante de mi han estado más de 3 mil 500 pacientes”, comentó.
Rigo entendió que la comida no tiene vida y cómo ésta es capaz de controlar la existencia del humano, al grado de generar problemas metabólicos y enfermedades crónico degenerativas, cayendo en la conclusión que todo es meramente mental.
El papá de Rigo falleció hace cuatro años por una insuficiencia renal crónica por un diabetes mal cuidada, y actualmente tiene una hermana con obesidad mórbida y un hermano con un peso actual de 200 kilos.
“Desde niño fui una persona obesa, yo vengo de una familia genéticamente obesa, viví culpando a mi genética toda mi vida, entonces en este proceso aprendí a redescubrir que la genética desde mi punto de vista, puedo jactarme de ser un nutriólogo experimental pues he vivido, lo he sufrido, lo he padecido, lo estoy viviendo, lo experimento día con día pues soy un obeso recuperado, más no curado”, puntualizó.
Como nutriólogo, explicó que la genética corresponde a un 10 por ciento del por qué padecer sobrepeso y obesidad, mientras que es el hábito el que se lleva el 90 por ciento de las consecuencias de padecer el trastorno alimenticio.
Arámburo Millán narró cuál fue el detonante que derramó el vaso para iniciar una transformación física, pues dicho hábito de estar comiendo lo llevó un día al refrigerador de su casa para satisfacer su ansiedad de consumo, y en ese momento pasó lo inesperado.
Rigoberto entendió que la mente lo llevaba a la borda de su propia cárcel, iniciando el momento de cambio físico, psicólogo y emocional.
“¿A mi qué me detonó?, pues caí colapsado frente al refrigerador, caí colapsado porque mi espalda ya no podía más con mi peso, entonces yo la verdad dije: oye Rigo, si te consideras una persona inteligente, si fuiste un estudiante pues más o menos bueno, ¿cómo es posible que la comida te esté llevando a la borda?”, contó.
Después de tomar la decisión de querer mejorar su apariencia física, las burlas de las personas no pudieron esperar, pues las críticas y los prejuicios lo llevaron a no creer en que podía perder ese peso propuesto, considerando que hasta la fecha hay mucha gente ‘gordofóbica’ que tiene una conducta despectiva hacia a lo físico de otros, lo cual vino a ser otra lucha en su vida por la falta de empatía de otras personas.
Al paso de los años, Rigoberto se propuso mentalmente realizar una hora de natación, una hora de cardio en el gimnasio, hacer levantamiento de pesas y correr por el malecón, incluyendo los cambios de alimentación donde hasta la fecha considera es una gran lucha; posteriormente a todo el esfuerzo de querer realizar actividad física, Rigo llegó a ser nadador en competencias amateur en albercas olímpicas, superando un escalón más en la transformación de su vida.
“Cambia tu vida de una forma sorprendente y avasalladora, y yo la verdad no cambio todo el sacrificio que yo hice, todas las lágrimas, porque se sufre en el proceso y la gente ve el resultado pero nadie sabe el trabajo que hay detrás, y créeme que todo ese proceso no lo cambio por la sensación de bienestar que siento hoy”, lo declaró con gusto.
Argumentó que dentro de los fracasos en su especialidad como nutriólogo, entendió que no correspondía al cómo ayudaba a las personas para verlas adelgazar, sino que es la misma conciencia del paciente el principal obstáculo para llegar a entender la importancia de saber alimentarse, lo cual vino a ser la recomendación más importante para sus pacientes.
Al 2022, Rigoberto tiene un peso de 97 kilos con un índice de masa corporal con sobrepeso mínimo, sin embargo, refirió que ya no hay miedo al saber que llegará a un restaurante y pensar que romperá las patas de una silla o que viajará en avión o autobús y pensar que abarcará los asientos para él solo, pues con todo el gusto del mundo dijo sentirse seguro de entrar a las tiendas de ropa y elegir lo que guste, y entrar a los lugares antes mencionados.
Sus pacientes le han motivado a seguir en la lucha, además de sentirse agradecido al escuchar de boca de otros que es un ejemplo a seguir, invitando a todos aquellos que sienten y piensan que no pueden seguir, a que busquen su testimonio y se motiven buscando su ejemplo en redes sociales, donde pondrán encontrarlo en Facebook como ‘Righo Wasowski’ y en Instagram como #righo_nutrips, y a todos aquellos que buscan una experiencia como Rigoberto y tener citas en su consultorio pueden hacerlo al número 669 224 4001.