El Vaticano.– El Papa Francisco presidió la misa de la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro este sábado, en una emotiva celebración repleta de simbolismo y significado para la comunidad católica. En la homilía, el Santo Padre hizo un llamado a que “se aleje la desesperación” en los pueblos afectados por el mal y la injusticia.
El Sumo Pontífice destacó que en ocasiones sentimos como si una “lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza”. Estas experiencias, que él llamó “escollos de muerte”, pueden robar nuestro entusiasmo y fuerza para seguir adelante.
El jerarca de la Iglesia Católica aseguró que “Jesús es nuestra Pascua, aquel que nos hace pasar de la oscuridad a la luz, que se ha unido a nosotros para siempre y nos salva de los abismos del pecado y de la muerte, atrayéndonos hacia el ímpetu luminoso del perdón y de la vida eterna”.
En un gesto de solidaridad, el Papa se dirigió a los “pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia” para que alejen “en esta noche los cantores de la desesperación”.
La ceremonia de la Vigilia Pascual inició con la bendición del fuego en el atrio de la basílica y el encendido del cirio pascual, marcado con las letras alfa y omega que simbolizan el principio y el fin de Dios.
El mensaje en la homilía esta Semana Santa en la Vigilia Pascual desde la Basílica de San Pedro
La tradicional procesión con las velas encendidas representó la espera de la resurrección de Jesús. La celebración incluyó la bendición del agua, donde el Papa bautizó a ocho adultos de diferentes nacionalidades.
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En esta Semana Santa en El Vaticano, la ausencia del baldaquino de San Pedro de Bernini debido a trabajos de restauración no restó solemnidad a la celebración. A pesar de problemas respiratorios que aquejaron al Papa, su participación en la Vigilia Pascual y la misa de Resurrección del Domingo quedaron confirmadas, demostrando su compromiso con la comunidad católica.
En conclusión, la Vigilia Pascual presidida por el Papa Francisco en la basílica de San Pedro fue una celebración cargada de esperanza y simbolismo, donde se hizo un llamado a alejar la desesperación en los pueblos afectados por la injusticia y el mal. La presencia del Papa y su mensaje de fe y solidaridad resonaron en esta emotiva conmemoración.
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