El comentario/Enrique Gutiérrez

En poco más de una semana inicia la nueva legislatura local. Esto es de gran relevancia para los sinaloenses y obliga a reflexión sobre el trabajo de los legisladores, que no es poca cosa.
Es en el Congreso del Estado de Sinaloa donde 40 privilegiados sinaloenses son los responsables de crear, modificar o actualizar el marco jurídico que debe regirnos a los ciudadanos para alcanzar una convivencia más armónica, respetuosa y justa como sociedad.
Por eso lo que los ciudadanos deseamos es que, ante su delicada obligación, esas mujeres y hombres se comporten como personas sensatas, prudentes, mesuradas, discretas, con valores y sobre todos comprometidas con los más altos intereses de los sinaloenses.
El objetivo de los nuevos diputaos debe ser superar, para bien, lo hecho en la actual legislatura, donde salvo algunos buenos destellos, ha prevalecido el desparpajo, el caos, la violencia, los escándalos, los berrinches, el vergonzoso espionaje y hasta reconocidos actos de corrupción y sobornos.
Y no hablamos de memoria:
En noviembre de 2018, estrenándose como diputados, protagonizaron un bochornoso zafarrancho con gritos, manotazos, empujones e insultos cuando discutían la controvertida “Cuota Liga”.
En diciembre de 2018 se descubrió que mientras se discutía el tan delicado asunto del presupuesto estatal de 2019 alguien permitió el ingreso de bebidas alcohólicas, las que se consumieron frente a una legisladora federal que acudía para ver el desarrollo de la sesión.
En esos mismos días, según reconocería semanas después el propio implicado, el diputado Florentino Vizcarra, recibió un soborno de 300 mil pesos para apoyar la iniciativa sobre el presupuesto enviada por el ejecutivo estatal, dinero que supuestamente regresó luego.
Y en un agravante en este caso, la presunta encargada de entregar el soborno fue otra integrante de la misma legislatura, de distinto partido.
En otro hecho posterior, en un alarde de berrinche, inmadurez e irresponsabilidad, un grupo de diputados inconformes con el liderazgo de la fracción morenista en la Cámara, pretendió sabotear la sesión solemne en la que se rindió homenaje al distinguido sinaloense Arnoldo Martínez Verdugo, lo que finalmente no lograron.
Súmese a estos puntos otros tanto o más vergonzosos, como las denuncias sobre espionaje en el recinto legislativo y la difusión de materiales audiovisuales de contenido sexual supuestamente grabados en el recinto legislativo en los que se involucra a un legislador.
Ojalá los nuevos diputados dialoguen y acuerden con responsabilidad, dignifiquen la figura legislativa y hagan que prevalezca una convivencia civilizada en la Cámara.
Las diferencias ideológicas y posturas distintas en torno a los problemas que enfrentamos los sinaloenses no tienen que ser resueltos a gritos e insultos, y actos reprobables en las oficinas de los diputados demeritan su imagen y no generan confianza. Están fuera de los estándares elementales de decencia, ética y moral que se les debe exigir.
La esperanza de los ciudadanos en que muchas cosas cambien para bien en este país, pasa por modificar el comportamiento de la clase política. Ojalá lo logren quienes formen parte de la próxima legislatura.