Ernesto Gutiérrez

Culiacán, Sin.- Tras la Segunda Guerra Mundial, llegó a México una diligencia de japoneses, entre ellos la familia Tanamachi, quienes llegaron a Culiacán a imprimir su legado.
Fue a finales de 1953 cuando Pedro Tanamachi Cota fundó un establecimiento en el corazón de la ciudad, en la que se vendían artículos de mercería: seda, hilo, botones, agujas, y hasta juguetes, algo sin precedentes en el estado.
La tradición de la mercería ha alcanzado a la tercera generación de Tanamachi, quienes se dicen orgullosos de sus raíces, pese a encontraron en Culiacán su hogar.
“Mi bisabuelo, pues imagínate venirse después de la Segunda Guerra Mundial, en Hiroshima y Nagasaki, todos los obstáculos que tuvo que vencer. ¿Por qué Culiacán?, porque lo que es la agricultura, los ríos, la vegetación y demás, es algo que los japoneses admiran. Entonces por eso les gustó mucho está tierra tan cálida”, expresó Zumiko Tanamachi Nacagaki.
La calidez con la que se atiende al cliente, la variedad, los precios bajos y sobre todo la familia que han formado con quienes trabajan en la Mercería Tanamachi, han permitido que la tradición perdure por más de 65 años.
La pandemia originada por el COVID-19 significó una amenaza para el negocio, por lo que se vieron obligados a evolucionar y migrar a redes sociales; así lo reveló Zumiko.
“Hemos estado con la resiliencia y hemos sido personas, que es algo que tenemos dentro de la cultura, ser unas personas positivas, de mucha constancia, perseverancia, de trabajar arduo y algo que nosotros tuvimos que innovar pues son las diferentes redes sociales para poder atender las necesidades del público en general”.
La Mercería Tanamachi se mantiene de pie a 68 años de su fundación, respetando la cultura japonesa que ha sido inculcada en la familia. Ahora le toca a Zumiko y Kenji perseverar el legado que inició su abuelo y se encargó de mantener vivo su padre Pedro Tanamachi Pozos.