Reinventando la Política
En su libro Marcos de Guerra, la filósofa Judith Butler nos dice que el liderazgo bélico de Estados Unidos ha impuesto una distinción entre aquellas vidas que merecen ser lloradas y aquellas que no. Las formas de destrucción y el abandono de las poblaciones van ajustando a las normas imperante de lo humano.
Ante el actual conflicto en el medio oriente, hubo gobernantes como el de Michoacán que aseguró haber más seguridad en su estado que en Israel. Lo que inmediatamente la comunidad judía le obligó a retractarse. Ramírez Bedolla quiso justificarse sus fallas en seguridad para comparar una situación de orden mundial con su estrategia fallida, con la cual, por citar un ejemplo: el impuesto del crimen al aguacate y al limón nos obliga a pagar más por esos productos.
Mientras nos obligan a ver el conflicto en medio oriente… y la tragedia que hay allá que nos lleva a entristecernos, también tendríamos que voltear a ver la información que publicó el diario Milenio, sobre el armamento vendido por parte por parte de una empresa de aquellos lares a corporaciones policiales entre 2006 a 2018, fueron 237 mil 772 armas, presuntamente una parte de esas armas fueron robadas por el crimen organizado y parte de esas armas que se usan en el medio oriente se usan también en nuestro país.
La misma violencia tan letal que se hace por aquellos lugares, por acá en México se cuentan con las mismas armas, tal vez las formas no sean las mismas, pero las herramientas y los calibres sí son igualitas.
Ahora bien, bajo la visión de Butler preguntaríamos, ¿se merece llorar la vida de los desaparecidos? ¿Se merece llorar por las madres que lloran la desaparición de sus hijos? O ¿hay que llorar por quienes lejos de nuestro país son masacrados?
Lo cierto es que cada vez más los grupos que generan violencia cada vez están más preparados para ejercerla. Lo que va ocasionando vidas por las que hay que llorar, pero por alguna razón tal vez se lloran unas vidas y otras no.
Sin duda, en las próximas campañas políticas la violencia será un tema de discurso político, pero los calibres seguirán obligando a llorar vidas que son arrebatadas.
Una cosa será el discurso político y otra será la realidad. La realidad de los calibres cada vez más poderosos.